Max Freedom Long


El Gran Investigador sobre Kahuna
Rev. Ivonne D'Albora



   De joven fue Bautista. Frecuentó la Iglesia Católica. Más tarde estudió Ciencia Cristiana, se introdujo en la Teosofía muy superficialmente, y terminó haciendo un estudio sobre todas aquellas religiones de las cuales pudiera conseguir literatura.
    Se graduó en Psicología y llegó a Hawaii en 1917, para dirigir una pequeña escuela en una plantación de azúcar de un hombre blanco que viviá desde mucho tiempo antes en Hawaii. Los dos profesores a quienes dirigía, eran Hawaiianos y pronto comenzó a saber de sus vidas, y a oír acerca de los magos nativos, los Kahunas o Guardianes del Secreto, muy discretamente.
   Su interés fue aumentando y más quiso saber.   Para sorpresa suya, su curiosidad no fue bien recibida y pronto comprendió el porqué. Las actividades de los Kahuna y sus clientes eran estrictamente ocultas desde que los misioneros cristianos se convirtieron en legisladores de las islas y los dejaron fuera de la ley, los persiguieron, los ultimaron en su gran mayoría. Al mismo tiempo, la información que estos misioneros cristianos difundieron acerca de las actividades, creencias y forma de vida de los Kahuna como forma de respaldar la persecución a la que los sometieron, fue realmente injusta y ocultista.
   Es más: la única literatura que se encontraba al respecto, eran libros de la Biblioteca de Honolulu, todos escritos por los mismos misioneros.
   Max fue formado en una escuela austera, y estaba entrenado para ver con sospecha todo aquello que se pareciese a superstición. Aún así, insistió, tratando de desentrañar lo que hubiera de cierto, de entre lo que podía informarse.
   Supo de una historia bastande común y repetida a lo largo y ancho de nuestro mundo en cuanto a la vida previa a cualquier invasión, conquista, catequización y colonización que se haya dado en la historia del hombre.
   Antes de la llegada de los misioneros cristianos, la sociedad Hawaiiana nativa venía retrocediendo en sus valores, de manera lastimosa. Para ese entonces, Hewahewa, sumo sacerdote reformista, estaba llevando adelante un proceso de purificación de costumbres entre su pueblo, con el aval de la anciana reina y el príncipe reinante. Su campaña venía durando años, aconsejando al conquistador Kamehameha I de todas las islas, a cambiar de actitud, cambiando las malas costumbres instauradas.
   Hewahewa puso al servicio de la causa, sus poderes psíquicos que le permitían prever el futuro. Así «vió» llegar hombres blancos con sus esposas que traían una magia superior.
   Su gran error fue de interpretación.
   La «magia» de los misioneros podría ser superior, quizás. Quienes no lo eran, eran los portadores y su forma de practicarla. También sus intereses personales jugaban una partida importante.
   Recibió a los hombres blancos con la mejor bienvenida, dándoles toda su fe. Y con él, todo el pueblo. Acercó a ellos, a los ciegos y enfermos. Volvieron ciegos y enfermos: alg estaba mal. Los Kahuna podían hacer más por ellos, con ídolos o sin ellos.
   Los demás acontecimientos son sólo detalles... Ocurrió en las Islas, lo que en otras partes del mundo.
   Pronto no se supo más nada de Hewahewa.
   Cuando la ley de los misioneros cristianos prohibió toda práctica Kahuna, también se vió que ningún juez se atrevió a juzgar a ningún Kahuna genuino, y el uso de su magia continuó a espaldas de los legisladores.
   En lo que a Max respecta, leyó los libros y concluyó -con sus autores-, que la magia de los Kahuna era producto de la imaginación...
   De todas maneras, no pasó más que una semana, sin que encontrara otro mensaje que nuevamente despertó su interés: la sanación de un alumno de su escuela por un Kahuna.
   Vuelve a sus indagaciones, pero los blancos le sugerían que sacara su nariz del asunto. Cuando le preguntaba a Hawaiianos de cierta culltura, ellos -simplemente-, callaban.
 
   No pretendo otra cosa que recorrer en titulares, el camino de Max de más de 40 años de investigaciones, riquísimo y lleno de enseñanzas. Amerita que lo profundicemos y esto es algo que seguramente lograremos, trabajando en equipo, o, -mejor dicho-, en Tribu. Creo que cada uno de sus pasos nos muestra -en forma velada-, más de lo que podemos creer a simple vista.

   Año tras año, cambiaba de escuela, en lugares aislados, donde la vida nativa transcurría intensa y oculta. Al tercer año, fue a dar a una comunidad pequeña y bulliciosa, una comunidad de plantadores de café y pescadores que se extendía por las montañas y a lo largo de las playas. Allí descubrió a una anciana señora que ejercía como ministro y oraba todos los domingos, reuniendo a su comunidad. No tenía ningún vínculo con las Iglesias de la Misión y se negaba a hablar sobre el tema. Era hija de un hombre que se había atrevido a probar sus oraciones y su fe cristiana contra un Kahuna local que había amenazado con lanzar su oración de muerte sobre la congregación de hawaiianos, para demostrar que sus creencia eran más prácticas y genuinas que las supersticiones de los cristianos. Esto no sólo provocó la muerte de miembros de su tribu, una a una, sino también la deserción de los sobrevivientes. El misionero, desesperado, aprendió la magia de la oración de muerte, y la puso en práctica contra el kahuna, quien no esperaba el retorno, y no había tomado precauciones contra el posible ataque. Murió en tres días.
   El misionero nunca fue el mismo, si bien no se separó de la Iglesia, tampoco participaba. Una princesa le dió una tierra, en el mismo lugar donde el Cap. Cook había muerto 50 años antes. Allí era donde la Señora ministraba.
   Durante el cuarto año en las islas, su interés en el tema Kahuna se había tornado inaguantable y decidió definitivamente, que investigaría buscando información por un camino u otro. Así llegó al Museo de Bispo, de cuyo curador se le había dicho que había pasado la mayor parte de su vida desenterrando cosas hawaiianas y que se hallaba en condiciones de de decirle verdades frías y científicas.
   Allí dió con el Dr. William Tufts Brigham, -http://en.wikipedia.org/wiki/William_Tufts_Brighamhttp://en.wikipedia.org/wiki/William_Tufts_Brigham-, a través de la Sra. Webb, mujer hawaiiana.
   Este agradable Dr. Brigham era un científico reconocido y respetado por el Museo Británico, por la seriedad de sus trabajos de investigación. Tenía por ese entonces ochenta y dos años, y era enorme, calvo y barbado, de ojos azules de amable mirada.


   A las preguntas que Max le hacía, le respondía con otras para interiorizarse hasta dónde llegaban sus conocimientos. Le explicó que creía que era todo superstición y veneno, y necesitaba de alguien que pudiera darle información fidedigna, «para aquietar las dudas que estaban en lo profundo de mi mente.»
   Asimismo, el Dr. Brigham, durante un tiempo, solamente le preguntaba y le preguntaba sobre muchas cosas que no parecían tener nada que ver son el tema que los había reunido. Es evidente que el Dr. Brigham quería conocerlo, quería poder confiar en él antes de explayarse en confidencias relativas a sus conocimientos.
   Finalmente le preguntó si podía confiar en él.
   El Dr. Brigham hacía 40 años que estaba estudiando lo relativo a la sabiduría Kahuna. «Los Kahuna curan y también matan. Pueden prever el futuro y modificarlo para sus clientes. Algunos de ellos usaban su magia para el paseo sobre el fuego. Los había impostores y también honestos.»
   Con respecto a lo enunciado en esta última cláusula del Dr. Brigham, debemos recordar que en los últimos tiempos, la civilización hawaiiana estaba en franca decadencia: si no hubiera sido así, la invasión, conquista, catequización y colonización, no hubiera tenido lugar.
   Ante sus preguntas, el Dr. Brigham recordaba sus mismas preguntas 40 años antes.
   Hasta que pasaron unas cuantas semanas, no se dió cuenta Max, que el anciano profesor lo estaba «prohijando». El Dr. Brigham había ansiado por mucho tiempo encontrar un joven consciente y confiable, para entrenarlo en la aproximación científica a la magia... Entendía que aunque no tuviera tiempo para saber la respuesta acerca de la magia secreta de los Kahuna, eso no debería ser obstáculo para que Max no llegara a conocerla. Era una gran alma, tan grande como simple. Sentía una ansiedad infantil por conocer el Secreto, y se estaba volviendo muy viejo. Los Kahuna querían lograr que sus hijos e hijas aprendiesen el conocimiento antiguo, el secreto que se les había encomendado para transmitir solamente de padres a hijos. Los que podían curar y caminar sobre el fuego, habían desaparecido hacia 1900, muchos de ellos viejos y querido amigos. Había quedado sólo en un campo en que poco había para observar. Había caminado sobre el fuego, protegido por ellos, había apreciado el trabajo de los Kahuna, y no había conseguido más que un indicio acerca de cómo practicaban su magia.
«Usan algo que tenemos que descubrir: revolucionaría el mundo si lo pudiéramos encontrar. Cambiará el concepto de la ciencia. Traerá orden al conflicto de las diferentes religiones. Preste atención a estas tres cosas: debe haber alguna forma de conciencia por detrás, dirigiendo los procesos de la magia, por ejemplo el control del calor en el paseo del fuego. Debe existir alguna fuerza ejerciendo ese control. Y también debe existir alguna forma de sustancia, visible o invisible, a través de la cual, la fuerza pueda obrar, proceder y dirigirse. Vigile siempre esto, y lo que pueda encontrar, diríjalo después.»
   Las negaciones, especulaciones y verificaciones se le hicieron familiares y el ir de persona en persona regresando hacia las fuentes de cualquier información, su camino constante. La mayor dificultad residía en ser presentado a un Kahuna que ejerciera la magia: se hacía imposible. Los Kahuna, por la vía de los golpes, el maltrato, la persecución, la muerte, evitaban el contacto con los blancos. Cuatro años después de que conociera al Dr. Brigham, éste falleció, dejándolo con un peso en el corazón, y con la certeza de que era -quizás-, el único blanco en el mundo que sabía lo suficiente como para continuar las investigaciones sobre la magia nativa que tan rápidamente estaba desapareciendo.
   También, si él hablase, el mundo podría perder para siempre un sistema práctico que sería de infinito valor para la humanidad, si pudiese ser recuperado.
   Como le había enseñado el Dr. Brigham, Max estaba expectante acerca de los adelantos de la Psicología. En 50 años de Pesquisas Psíquicas, los científicos no habían logrado elaborar una teoría que pudiese explicar cosas como la telepatía, la sugestión, ectoplasma, incorporaciones y materializaciones, tan simples para los Kahuna.
   Más años pasaron y el progreso en la investigación cesó. En 1931, admitió su derrota y fue entonces de dejó las islas.
   En California, esperaba ansiosamente que algún descubrimiento en Psicología que le aclarase algo. Nada ocurría.
   Entonces, en 1935, despertó en medio de la noche con una idea que lo llevó directamente a una solución que tal vez contuviese la respuesta. Si el Dr. Brigham estuviera vivo, se sentiría tan avergonzado como él, porque ambos habían pasado por encima de la solución tan obvia y tan simple, que podría pasar sin ser notada.
   Personalmente creo, que este fue un mensaje del propio Dr. Brigham.
   La idea simple era que los Kahuna le debían dar nombres a los elementos de su magia, única manera de poder pasar estos conocimientos de generación en generación.
   Evidentemente, esos nombres estarían dados en lengua hawaiiana. El único diccionario era el que habían empezado a compilar los misioneros, desde 1820. Dada su ignorancia en cuanto a la magia, creencias, costumbres del pueblo nativo, y su falta de respeto a ellas, es evidente que las traducciones tendrían fallas o estarían totalmente erradas y hasta manipuladas.
   El idioma hawaiiano consiste en palabras formadas por radicales cortos. Trabajando con ellos y sus numerosos significados, encontraría la punta de la madeja.
   Max encontraría las palabras en oraciones y cánticos de los kahuna. También influyen las diferentes combinaciones entre los radicales: se logran variaciones sobre el mismo significado, o matices diferentes, que profundizan el significado.
   El trabajo minucioso de Max continuó, hasta que entendió que el producto obtenido era muy valioso y digno de ser revelado al mundo, y publicó su primer libro: Recuperando la Magia Antigua, Rider &Co., London, 1936.
    Muchas cartas llegaron a su dirección impresa en su obra, donde también pedía que cualquier lector que pudiese ofrecer informaciones referentes al estudio, que le escribiera. Las primeras respuestas no eran valiosas: puras especulaciones o suposiciones.
   Más de un año después, apareció una carta de un periodista inglés jubilado: William Reginald Stewart. Se sentía muy interesado por el relato de Max, por tener verificado que éste se refería a la misma magia que él, en su juventud, había encontrado en uso en una tribu de los Bereberes, en el Norte de Africa, en las Montañas Atlas. Su sorpresa aumentó al notar que las palabras hawaiianas usadas por los Kahuna, eran las mismas, exceptuando las diferencias de dialecto que las que describían la magia de Africa. Había buscado sus amarillentos apuntes y había comparado las palabra que -según le habían informado-, pertenecían a una lengua de magia secreta. Kahuna era similar a quahuna. Kahuna wahini, mujer kahuna, era reemplazado por quhini. Akua, un dios, se leía como atua.
   Stewart estaba en Africa, cuando buscaba indicios de petróleo para una empresa holandesa, y oyó hablar de la tal tribu. En sus vacaciones, contrató un guía y allí se dirigió. Se encontró que era una mujer la Maga, de nombre Lucchi. a fuerza de mucha persuación, logró hacerse adoptar por ella, única forma de obtener los derechos de ser entrenado por Lucchi. Fue acompañado en su entrenamiento por la hija de Lucchi, de 17 años.
   Aprendió sobre la historia de las tribus legendarias. Doce de las tribus Kahuna, vivieron, una vez, en el Desierto de Sahara, cuando éste era tierra fértil, regada de ríos. Cuando se secaron, las tribus emigraron al Valle del Nilo. Una vez allí, usaron su magia para «cortar, cargar y colocar» las piedras durante la construcción de la Gran pirámide. En aquel tiempo, eran los legisladores de Egipto y entusiasmarona los otros pueblos con su magia.


   La historia continuó con la declaración de que estaba previsto que un período de oscuridad intelectual estaba llegando al mundo y que el secreto de su Magia corría peligro de perderse y contaminarse. A fin de preservarlo, las doce tribus decidieron salir en busca de tierras aisladas, a las cuales se dirigirían para preservar el Secreto -Huna-, hasta que el tiempo se encargase de preparar su vuelta al mundo. Once de estas tribus, después de hacer una «exploración psíquica», «descubrieron» unas islas del Pacífico deshabitadas. Se transportaron, a través de un canal, al Mar Rojo; de allí, a lo largo de Africa y la India, llegaron al Pacífico.
   Se perdieron los de la décimo segunda tribu, que, por alguna razón desconocida, decidieron ir para el Norte de Africa, a las Montañas Atlas. Habían vivido allí por siglos, preservando el Secreto y usando su magia. Llegaron los tiempos modernos y el conocimiento había llegado, como única sobreviviente de los Kahuna, a la Maestra Lucchi.
   Stewart encontró en esta tribu, gente hospitalaria, inteligente y poseedora de una bella y antigua cultura. Hablaban una lengua propia de las tribus Bereberes, pero al momento de transmitir la Enseñanza, otra lengua debían usar, porque solamente en ésta, podían encontrar las palabras apropiadas para dar nombre a los elementos, que, en el hombre, hacían la magia posible.
Poco a poco, Stewart aprendió las bases filosóficas de la magia. La Maestra hacía muchas demostraciones de su magia sanadora, como el control de los pájaros, animales feroces y hasta la temperatura atmosférica. La parte teórica había llegado a su fin, y la parte práctica se iniciaría enseguida. En una tarde confusa, invadieron otras tribus y Lucchi fue muerta.
   El entrenamiento fue interrumpido bruscamente, y Stewart se marchó, despidiéndose de sus hermanos y hermanas.
   Treinta años más tarde, leyó el relato de Max.
   Este unía a los Kahuna Hawaiianos con los del Norte de Africa y quizás con los de Egipto.
   La leyenda Hawaiiana contaba que venían de tierras distantes, y que llegaron a las Islas, a través de mensajes psíquicos. Decían que venían del Mar Rojo de Kane.
   Kane es uno de sus Dioses, y al Mar Rojo se le llama así desde siempre, en varios idiomas. Cuando encontraron las ocho islas de Hawaii deshabitadas, fueron por el resto de la tribu e hicieron varios viajes, trayendo sus árboles, plantas y animales.
   Esto último me recuerda al Arca de Noé.
   No han tenido mucho éxito las investigaciones de los estudiosos acerca del origen del pueblo Hawaiiano. Existen once tribus de Polinesios, todas hablando dialectos de un mismo idioma, algunos poseyendo palabras, costumbres y creencias de fácil identificación con la cultura de la India. Por otro lado, palabras Hawaiianas se encuentran desde el Pacífico hasta el Cercano Oriente. También en Madagascar y hasta en Japón pueden ser encontradas palabras e ideas Polinesias.
   Con los datos aportados por Stewart, las observaciones del Dr. Brigham y, en menor grado -según Max mismo-, sus propios estudios, el Secreto fue poco a poco reconstruido.
    Sin embrago, nada de esto hubiera sido suficientemente útil, si la moderna Psicología no hubiese ya llegado a ciertos descubrimientos básicos, sobre los cuales reposasen estructuras macizas. También las religiones desempeñaron un papel de incalculable valor, ayudando a encontrar datos referentes a la Filosofía Huna original.
   Poco después de la publicación de su primer libro, le escribió a Max, un padre de la Iglesia de Inglaterra, que estaba estudiando sobre la sanación mental y espiritual.
   El y un grupo de gente de su entorno decidieron llevar a la práctica enseñanzas de la Sanación según los Kahuna, luego de mucho intercambio epistolar con Max.
   Tuvieron éxito especialmente en casos de obsesión. La familia de un paciente que fue sanado, colaboró económicamente para financiar mayores experiencias, y el clérigo y tres de su grupo fueron a California, para discutir entre todos sobre la mejor manera de continuar. Muchos planes fueron hechos, hasta los planos de un edificio que debía ser construido. Estalló la Segunda Guerra Mundial, y el grupo se dispersó y los fondos ya no estuvieron disponibles.
   Las experiencias dieron como resultado que la reconstrucción del Sistema Huna está lo suficientemente completa para ser practicada por las manos de individuos poseedores de ciertas facultades naturales y en condiciones de poder dedicar el tiempo necesario para aprender a usar este Sistema, según Max.
   También dice que en Hawaii -por lo menos hasta el momento en que lo escribe-, no hay literatura digna de crédito, respecto a los Kahuna. Cada autor contradice al otro y el confuso problema nunca se aclara.
   Sus propios estudios, lo mismo que los del Dr. Brigham, fueron desconocidos en las islas.
   Los ejemplares de su primer libro estuvieron poco menos que escondidos en la Biblioteca de Honolulu, siendo solamente entregados a aquellas personas que, conociendo de su existencia, los reclaman.
   Debido a las concepciones erróneas y también a causa del real peligro que significaba la oración de muerte, la actitud general de los residentes de las islas fue la negación de la magia Kahuna, o, de no ser por esto, está también de por medio la vieja política de no meterse con aquello que está quieto.
   El primer libro de Max, Recobrando la Magia Antigua, fue publicado en Londres en 1936, en una pequeña edición de menos de mil ejemplares. Los originales y las chapas fueron destruidos por las bombas enemigas. Muy pocos fueron vendidos, y, sin embargo, muchas fueron las cartas recibidas.
   En 1948, un libro titulado La Ciencia Secreta por detrás de los Milagros, fue publicado en América. Nuevamente muchas cartas le llegaron, y organizó una red de gente interesada en el Secreto de los Kahuna. Mayormente se dedicaban a los milagros de Sanación, pero también a la sanación y corrección de circunstancias, resolución de problemas financieros, conflictos sociales y desórdenes mentales.
   Este fue el nacimiento de la Huna Research Associates.



¿Qué nos muestra este camino
que fue transitando Max desde 1917?



   No sabemos qué fue lo que le llevó a Hawaii en 1917, -recién graduado en Psicología, para dirigir una escuela en una plantación de azúcar-, desde lo pragmático.
   Tampoco por qué se fue interesando en las actividades de los Kahuna, su historia y su Secreto.
   Sí sabemos que desde muy joven estuvo buscando su lugar en la vida por la senda de diferentes religiones y su estudio comparativo.
   Vemos que de a poco, se le van abriendo caminos hacia el logro de su objetivo.
   Se le van acercando personas con valiosa información. Alguna de ellas muy especialmente, como el Dr. Brigham, que estaba -precisamente-, buscando a alguien que reuniera las características específicas como para «heredar» su trabajo de investigación y continuarlo respetuosa, consciente y lealmente.
   Hasta en medio de la noche despertaba con ideas que le conducían a buen puerto.
   Fueron muchos años... También fueron muchas las veces en que parecía que su trabajo se obstaculizaba irremediablemente. No obstante, es evidente que su corazón y su mente, sus mejores energías, estaban enfocadas allí firmemente.
   Hay, -seguramente-, algo más.
   Que Max Freedom Long fue seleccionado para desentrañar lo oculto de esta Sabiduría, cómo practicarla y... difundirla, no me cabe duda.
   Seleccionado y ayudado por los Antiguos Maestros y Guías Kahuna.
   Recorrió el camino de la investigación con gran compromiso y tanta humildad como para pedir ayuda a través de su primer libro, como forma de compartir todo conocimiento que iba llegando, nunca para guardarlo para sí.
   Y continuó editando libros para bien de quienes los leyeran. Los réditos provenientes de la venta de las sucesivas ediciones fueron destinados a la Huna Research Associates. En un principio editaba el boletín de la HRA, en ocho páginas mimeografiadas.
   A la HRA, se fueron uniendo personas colaborando constantemente, creciendo, ayudando a otros que iban llegando, siendo premiadas con el logro de salud, solución de conflictos, habilidades que nunca antes habían pensado ejercer... Hoy ya no es lo mismo…, lamentablemente.  
   Hay un grupo de gente que sí trabajan en pos de conservar el legado de Max Freedom Long, lealmente: http://www.maxfreedomlong.com/
   Seguramente Max continúa su camino enviándonos la posibilidad de acercarnos a Kahuna, mostrándonos la forma de asumir la Enseñanza y de ponerla en práctica.
   De nosotros depende.
  Su propósito no fue el de establecer un culto, sino el de ayudar a la gente a ayudarse a sí misma y ayudar a otros por medio de los métodos Huna, que no fueron enseñados solamente por los Kahuna, sino por Jesús y otros Grandes Iniciados del pasado, bajo claves secretas.
  Con la feliz coyuntura de la apertura de estas claves, la Luz Verdadera puede ser dada al mundo, para ser usada por «todos aquellos que tienen ojos para ver y oidos para oir».


Regla Básica
Sólo lo mejor ocurrirá
   Los Kahuna enseñaban que hay una condición ideal a la cual el individuo debe aspirar: lograr resultados efectivos, definitivos e inmediatos.
La única regla de vida
que debemos obedecer es:
jamás hacer algo que pueda herir

El Amor puede unir a la humanidad,
haciéndola capaz
de realizar grandes cosas en beneficio de los demás
El odio y el temor une a los hombres para la guerra y la destrucción
Palabras de Max Freedom Long



La visión profética de Max nos dice que no pasará mucho tiempo en
que el hombre finalmente entienda lo que no ha entendido en miles de
años: que una vida agradable y sin heridas es preferible y que aquellos
que son verdaderamente bendecidos son aquellos que han aprendido a
amar. 
"Aparecerán entre nosotros mujeres y hombres que comenzarán a
dar muestras de la Nueva Era en sus mentes y corazones. Serán conocidos
por unas ciertas características que parecerán bien extrañas, muy
nuevas y muy increibles: serán absolutamente confiables, seguros,
fidedignos, en cada palabra, cada pensamiento, cada acción."  Palabras de Max Freedom Long


Esto fue afirmado por Max en 1952
¿No será que ya es hora del cambio?
¿O será quizás que tenemos que impulsarlo muy firme y fuertemente
desde este lugar tan aislado en el Sur de la Tierra Madre?
El Sur también existe.
¿Cuántas veces nos han dicho respetables videntes que este corazoncito
en que habitamos estaba señalado como el faro de la paz, del amor, de la sanación?

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